domingo, 9 de marzo de 2014

EXTRAÑA PROTESTA



Hace dos días, después de una ausencia de varios meses, regrese a la patria. Ante el sentimiento de reencuentro, de alegría, de volver al hogar, me he encontrado con una extraña situación colectiva que aun no entiendo y paso a describir. Me ha llamado la atención que el taxista para ir del aeropuerto hasta mi casa a tomado la vía más larga, ante mi interrogante me ha dicho que una cantidad de vecinos decidió cerrar el tránsito vehicular por las vías adyacentes a sus viviendas. Qué cosas!. Me he dispuesto observar el fenómeno y tratar de hallar la razón, en El Trigal, sector clase media de Valencia, los vecinos (sospecho que no todos) decidieron algo así como un “autosuicidio colectivo”, han colocado “barricadas” en todas las calles, esquinas, avenidas, aceras, trochas y en cualquier espacio que pueda permitir el ingreso o salida de dicha zona. Han usado para ello todos los materiales y cachivaches que estorban en las casas. Han arrancado anuncios, árboles, postes para atravesarlos en las vías. Han destrozado aceras, muros, alambrados para usarlos con el mismo fin. Han recolectado toda la basura, desperdicios, escombros y la colocan en tales “barricadas” que están a algunos metros de separación y dispersas por todo el urbanismo. De tal manera que ni los vecinos ni los extraños que laboran en la zona pueden entrar o salir del sitio. Entiendo que llevan ya más de tres semanas en esta situación, lo cual ha generado total desabastecimiento de los comercios de la zona, imposibilidad física para el ingreso y prestación de los servicios de salud y educativos. Las tales barricadas se han ido convirtiendo en áreas putrefactas, de podredumbre, basura y mierda todo junto, moscas y ratas. Veo que han surgido algunos negocios novedosos, en las zonas fronterizas se encuentran los “mandaderos” quienes van y le compran: alimentos, agua potable, medicinas, a aquellos vecinos que se “resisten al autosuicidio” como es de esperarse las tarifas son elevadísimas, un ejemplo un botellón de agua cuyo precio es Bs.18 te lo venden en Bs. 80.
La situación afecta a tales vecinos y a los que deben ir hasta allí a trabajar, sin embargo esta extraña forma de convivencia se ha prolongado por tres semanas.
Anoche estuve observando, note que en cierta hora emiten ruidos, golpean tubos, ollas, objetos metálicos, suenan pitos, cornetas y gritan.
Hablar con alguno de ellos es muy difícil, puesto que al no conocerte te identifican inmediatamente con su enemigo (corres el riesgo que te ocurra lo que a los enemigos). Se deduce, sin embargo, que es una forma de protesta contra el gobierno. Es algo así como que nos encerramos en nuestra urbanización (nadie entra ni sale), evitamos todo contacto con el resto de la sociedad a no ser que quede claro que esto es nuestro y hacemos lo que nos dé la gana y mantendremos esta situación hasta que el gobierno renuncie.
No sé por qué razón esto me recuerda el suicidio colectivo de la secta de
Jim Jones en Guayana en 1978, con más de 900 víctimas.