Hace dos días, después de una
ausencia de varios meses, regrese a la patria. Ante el sentimiento de
reencuentro, de alegría, de volver al hogar, me he encontrado con una extraña
situación colectiva que aun no entiendo y paso a describir. Me ha llamado la
atención que el taxista para ir del aeropuerto hasta mi casa a tomado la vía
más larga, ante mi interrogante me ha dicho que una cantidad de vecinos decidió
cerrar el tránsito vehicular por las vías adyacentes a sus viviendas. Qué
cosas!. Me he dispuesto observar el fenómeno y tratar de hallar la razón, en El
Trigal, sector clase media de Valencia, los vecinos (sospecho que no todos)
decidieron algo así como un “autosuicidio colectivo”, han colocado “barricadas”
en todas las calles, esquinas, avenidas, aceras, trochas y en cualquier espacio
que pueda permitir el ingreso o salida de dicha zona. Han usado para ello todos
los materiales y cachivaches que estorban en las casas. Han arrancado anuncios,
árboles, postes para atravesarlos en las vías. Han destrozado aceras, muros,
alambrados para usarlos con el mismo fin. Han recolectado toda la basura,
desperdicios, escombros y la colocan en tales “barricadas” que están a algunos
metros de separación y dispersas por todo el urbanismo. De tal manera que ni
los vecinos ni los extraños que laboran en la zona pueden entrar o salir del
sitio. Entiendo que llevan ya más de tres semanas en esta situación, lo cual ha
generado total desabastecimiento de los comercios de la zona, imposibilidad
física para el ingreso y prestación de los servicios de salud y educativos. Las
tales barricadas se han ido convirtiendo en áreas putrefactas, de podredumbre,
basura y mierda todo junto, moscas y ratas. Veo que han surgido algunos
negocios novedosos, en las zonas fronterizas se encuentran los “mandaderos”
quienes van y le compran: alimentos, agua potable, medicinas, a aquellos
vecinos que se “resisten al autosuicidio” como es de esperarse las tarifas son
elevadísimas, un ejemplo un botellón de agua cuyo precio es Bs.18 te lo venden
en Bs. 80.
La situación afecta a tales
vecinos y a los que deben ir hasta allí a trabajar, sin embargo esta extraña
forma de convivencia se ha prolongado por tres semanas.
Anoche estuve observando, note
que en cierta hora emiten ruidos, golpean tubos, ollas, objetos metálicos,
suenan pitos, cornetas y gritan.
Hablar con alguno de ellos es muy
difícil, puesto que al no conocerte te identifican inmediatamente con su
enemigo (corres el riesgo que te ocurra lo que a los enemigos). Se deduce, sin
embargo, que es una forma de protesta contra el gobierno. Es algo así como que
nos encerramos en nuestra urbanización (nadie entra ni sale), evitamos todo
contacto con el resto de la sociedad a no ser que quede claro que esto es
nuestro y hacemos lo que nos dé la gana y mantendremos esta situación hasta que
el gobierno renuncie.
No sé por qué razón esto me
recuerda el suicidio colectivo de la secta de
Jim Jones en Guayana en 1978, con más de 900 víctimas.
Jim Jones en Guayana en 1978, con más de 900 víctimas.